jueves, 11 de enero de 2007

Artillero elegante


Claudio Miguel Pizarro Bossio había nacido en El Callao, en 1978. Vivía en Surco, estudió en un colegio de marinos y, antes de enrolarse en Deportivo Pesquero en 1996, pertenecía a la Academia Deportiva Cantolao, formadora y exportada de futbolistas en cantidades industriales. Pizarro pasó al equipo de toda su vida, Alianza Lima, pero una malhadada pubalgia no le permitió rendir en 1998. Recién en 1999 llegó su explosión y, aunque en la Copa América de Paraguay apenas apareció, los medios ya lo ponían en Europa, donde había varios clubes interesados en llevárselo. Una tarde de 1999 Pizarro le metió cinco goles a Unión Minas, con ayuda de los limitados y nerviosos defensas rivales y por méritos propios, en Matute. Y un conocido relator de radio no se cansaba de criticar la facilidad que le daban al delantero para marcar, pues, en otros países, según su conocimiento, eso no pasaba, o sea, en pocas palabras, el hoy ‘Bombardero de Los Andes’ no era nada del otro mundo por hacer añicos a la zaga de ese equipo. Lo cierto es que Pizarro, luego de esos goles servidos ante el cuadro de Cerro de Pasco, arregló su vinculación con Werder Bremen y después, por 25 millones de dólares, pasó en 2001 a Bayern Munich, con el que ha ganado casi todo. Sólo tiene pendiente la Liga de Campeones y el título de máximo goleador del fútbol teutón. Hoy Pizarro tiene 28 años, tres hijos, una billetera muy gruesa, y aún no renueva contrato –que vence en junio de 2007- con el conjunto bávaro. Si no lo hace podría ir a Juventus o a Sevilla o a otro club. Ofertas no van a faltarle. Y pensar que ese relator de color lo minimizaba sobremanera por los goles monses que le metía al Minas.

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