sábado, 5 de abril de 2008

¿Se hizo el sueco?


En un teléfono malogrado se convirtió la historia accidentada de la convocatoria de Andrés Vásquez Rueda Pinto (en la foto) (Lima, 1987) por parte de José Del Solar a la selección nacional. El futbolista del FC Zúrich de Suiza, tras el llamado del 'Chemo', se negó a viajar a Lima para enfrentar en un amistoso a Costa Rica, en Iquitos, aduciendo problemas de adaptación en ese país europeo y, por "la hermandad que une a Perú y Suecia" (¿?), como reza la misiva que envió a la Federación Peruana de Fútbol (FPF), esperaba que el seleccionador lo considere en futuros compromisos. Más de uno pensó que Vásquez había dado marcha atrás en su decisión de ponerse la blanquirroja en el pecho, pues la Federación del país escandinavo lo llamó para que integre el combinado Sub 21, considerando que el zurdo volante ya ha jugado por las categorías inferiores. Lo cierto es que el ex número 23 del IFK Goteborg, según confesión propia, no aceptó el llamado de los suecos, y ha pedido tiempo para volver a su mejor nivel futbolístico en la Liga que ahora lo acoge. Vásquez se volvió conocido por un golazo de antología en el 2007 y a partir de ese momento su rostro acaparó todas las imágenes de la prensa deportiva en el Perú, al punto que, cuando pisó suelo limeño entre diciembre de ese año y enero del 2008, reveló hasta el cansancio que se moría por defender a la selección. Vásquez es joven, tiene 20 años y, seguramente, como otros de su edad, vivió meses vertiginosos y fama incalculable, los que lo llevaron a tomar decisiones apresuradas, quizás inexplicables para el sucio entorno del fútbol doméstico. Esta decisión no solo desacredita al popular 'Rabona', sino que rememora lo que hicieron en su momento John Galliquio y Juan Carlos Mariño (2007), solo por citar a los más recientes en este nuevo proceso, y a los que 'Chemo' volvió a llamar posteriormente. O lo que ocurrió con el mismo Del Solar, en 1993, cuando se autoexcluyó por su escasa integración al grupo que manejaban Vladimir Popovic y Juan Carlos Oblitas. Que la posición de Vásquez no se tome como un acto antipatriota, que no es para tanto, sino en realidad como una reacción inmadura de un futbolista que, aparentemente, aún no sabe lo que quiere y que solo pretende servir al país que lo vio nacer cuando esté preparado anímica y futbolísticamente. ¿Descartarlo para siempre? Jamás. Todos tenemos derecho a equivocarnos. Si fuera una actitud reincidente, tal vez, pero Vásquez es nuevo en estos menesteres. Hay que dejarlo que crezca. Aquí, en Lima, o donde tenga que estar.

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